Un divorcio es siempre un acontecimiento doloroso. Como dice la sabiduría popular: mejor dos hogares felices, que uno infeliz. El problema está en que en ocasiones no basta con decir “yo me quedo con el coche y tú, con el perro y hasta aquí llegó esta situación”, existen compromisos mayores, como lo puede ser una hipoteca, que deben resolverse con cuidado en estos casos.
Todo el que se encuentra pasando por esto suele preguntarse: ¿qué debería hacer primero? Y la mejor respuesta a ello es una auditoría hipotecaria. Cada caso es diferente, así que, con este proceso, podrás revisar y conocer cada condición de tu préstamo, para que estés cien por ciento seguro de cómo proceder.
A continuación, dependiendo de los detalles de tu hipoteca y los términos de tu entidad financiera, sólo te quedará elegir ―en conjunto con tu expareja― qué alternativa les sienta mejor. Estas son algunas de ellas:
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Venta del inmueble: En teoría, esta debería ser la solución más fácil y de menor papeleo. Consiste en poner en venta la vivienda, pidiendo por ella un importe que al menos cubra el valor del préstamo. Una vez se logre la transacción, solo restará saldar la deuda con el banco.
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Entregar la propiedad: Aunque la primera alternativa parezca ser la más rápida, muchas veces no es sencillo vender una propiedad por una cantidad similar a la que fue contratada en la hipoteca. En esos casos, una opción viable es entregar el bien la entidad bancaria y con eso ponerle fin al compromiso.
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Disolver el condominio: Otra alternativa que existe es conseguir que una de las dos personas involucradas se quede con la propiedad y, en consecuencia, se haga cargo de la deuda por completo. Para ello, primero debe realizarse una extinción del condominio ―con los gastos notariales, tributarios y de registro que eso conlleva― y negociar con el banco una nueva hipoteca con un único titular.